La piel puede verse afectada por diferentes problemas.
El envejecimiento cutáneo es menor en los hombres. Es así porque su piel es más grasa que la de las mujeres y el envejecimiento se retrasa o hace menos intenso.
Hay dos tipos de envejecimiento cutáneo, normal o fisiológico y acelerado.
El envejecimiento cutáneo fisiológico. Es inevitable pues está relacionado con el paso del tiempo. Los cambios morfológicos que sufre la piel son laxitud, aparición de arrugas finas y disminución de la sensibilidad y la función de barrera de la propia piel. En muchas ocasiones este envejecimiento responde a un código genético individual e inalterable.
El envejecimiento acelerado. Aparece por diversos factores y hábitos como el tabaquismo o el alcohol. Provocan arrugas, coloración cetrina, manchas y la posibilidad de la aparición de lesiones premalignas como tumores. También se producen daños a nivel microscópico. Estos afectan a las capas medias y profundas de la piel. Se forman radicales libres y además son dañadas las fibras elásticas y el colágeno. Este último es la unión de varias fibras de tejidos presentes en la dermis de la piel, que favorecen la cohesión celular.
Las manchas cutáneas. Pueden deberse a la alteración de las sustancias responsables de esta. Por ejemplo, la hemoglobina, los carótenos y la melanina. Pueden tener un componente hereditario o aparecer por causa de la edad. También vienen provocadas por afecciones vasculares, alergias a medicamentos, tratamientos cosméticos o problemas en el parto. Hay dos tipos, la hiperpigmentación o hipermelanosis y la hipopigmentación o hipomelanosis. En esta se advierte una carencia de pigmento en la piel. En la anterior existe un aumento de melanina, así la piel posee una coloración más marrón de lo normal.
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