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Manchas blancas. Las más frecuentes son como puntitos y, otras veces, en bandas. Casi nunca se conoce el motivo, pero pueden ser pequeños traumatismos o algún déficit nutritivo, especialmente de vitaminas B o zinc.

Surcos. Se producen porque la queratina es anómala y la superficie de la uña se hunde algo, ya sea por traumatismos, anemias, déficit de vitaminas B o calcio. Los que están a lo largo de la uña pueden deberse a predisposición familiar o por falta de circulación. Los que aparecen a lo ancho, suelen ser pasajeros y surgen después de la fiebre, operaciones o del parto.

Agujeritos. Se deben a una alteración pasajera de la queratina, que se desprende y deja hoyos. Si hay muchos, la superficie es rugosa como un dedal. Muchas veces, acompañan a la psoriasis, eczemas o a la alopecia areata -zona redondeada sin pelo- y pueden aparecer por hongos, traumatismos y en algunos reumatismos.

Uñas despegadas. La uña suele despegarse por el borde y, si va progresando, puede caer. Suele originarse por enfermedades de la piel, falta de circulación, anemias, infecciones o déficit nutritivos. También afectan negativamente las lacas, medicamentos o el cloro de las piscinas.

Borde en capas. Aparece por traumatismos mínimos, casi siempre en uñas frágiles, quizás por déficit de circulación, vitamina A, calcio o hierro, infecciones, o por estar mucho tiempo en el agua.

Soluciones. Cuando es posible hay que tratar la causa pero, para descubrirla, es necesario un examen general y quizás algunos análisis. Siempre es aconsejable llevar las uñas cortas, no tenerlas mucho tiempo en agua, tener cuidado con los traumatismos, evitar irritantes químicos y llevar una alimentación equilibrada.

¿Cuáles son las alteraciones de las uñas más frecuentes?

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