Un fenómeno curioso es el resultado de un estudio australiano realizado por Franklin, que demostró que los síntomas de la agorafobia se iniciaban con más frecuencia en verano (57%) o durante el tiempo caluroso (59%) que durante el invierno (11%).
Esta coincidencia con las estaciones y con la temperatura ambiente, podría estar relacionada con la mayor sensibilidad de las personas con agorafobia a las diferentes sensaciones fisiológicas, ya sean producidas por el calor o por un estado de ansiedad, así como la mayor cantidad de luz de las estaciones cálidas.
La agorafobia empeora cuando hay una gran intensidad de luz, los agorafóbicos se sienten más cómodos en la oscuridad y son más capaces de salir durante la noche que durante el día.
Sin embargo, no está demostrado que haya más sujetos agorafóbicos en los países cálidos que en los fríos.
* La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a las situaciones cuya evitación es difícil o embarazosa, o donde no se puede recibir ayuda en caso de sufrir una crisis de pánico.
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