Hay personas para los que la comida no supone ningún problema. Comen lo justo y sin pasarse, sin prisas ni agobios, con tranquilidad.
Sin embargo, a otros no les resulta tan fácil. Ante los alimentos se muestran nerviosos, comen desmesuradamente y tienen mucha dificultad para centrar su atención en otra cosa que no sea la comida.
Mejorar el autocontrol.
Relajarse antes de comer. Es muy común que las personas calmen su ansiedad comiendo. Mantener un tiempo sosegado antes de comer, bien viendo la televisión, leyendo el periódico… puede ayudar a afrontar la situación con más seguridad y entereza.
Esforzarse por comer despacio, realizando pausas para hablar con la gente. Al hablar con otras personas, la atención escapa a la influencia de la comida. Este hecho es muy positivo, dado que se ralentiza el proceso de comer, llegando a la saciedad con menos cantidad de alimento.
Dialogar sobre la comida. Propicia una de las excusas más valiosas para comenzar una conversación y mejora la actitud hacia los platos.
Masticar mucho. Masticando mucho se come más veces. Con menos alimento la persona quedará igualmente satisfecha, a la vez que su aparato digestivo lo agradecerá considerablemente.
Comer en un plato pequeño. En un plato pequeño siempre parece que hay más comida, por lo que la persona se queda complacida mucho antes.
Servirse pequeñas porciones. Si se acude más veces a la cazuela, se crea el mismo efecto que en el caso anterior.
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Acudir al psicólogo es una manera para cuidarte y dedicarte atención, es como ir a un spa o darse un masaje, es un mensaje que te envías a través del cual te dices que te preocupas por ti y que eres importante. En la consulta tendrás tiempo solo para ti, para hablar de tus problemas, preocupaciones y/o sueños. El psicólogo no resuelve los problemas, te ayuda a encontrar la solución.