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– Mete una libra de salvado en una bolsa de estameña provista de un asa lo suficientemente larga como para poderla desplazar cómodamente por el agua, muy caliente, de la bañera, hasta que ésta adquiera un tono lechoso y se haya impregnado de las propiedades suavizantes del salvado.

Espera a entrar en la bañera a que el agua se haya enfriado un poco; los baños demasiado calientes no son buenos, y, una vez en ella, exprime la bolsa de salvado, presionándola a lo largo de todo tu cuerpo.

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