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Preparar el té es todo un ritual:

La tetera tiene que estar limpia, pero no se considera suciedad la capa marrón que se forma como consecuencia de su uso continuado.

Lo mejor es aclararla con agua corriente.

Se echan las hojas del té, a razón de una cucharada por taza y una más “para la tetera”, luego se riegan con una pequeña cantidad de agua caliente para hacer que las hojas se abran, y, tras 3 ó 4 minutos, puede verterse ya el resto.

El té pierde aroma y sabor con las aguas duras por lo que es aconsejable el uso de aguas minerales.

El té de hoja grande conserva su aroma hasta dos y tres años, siempre que se lo conserve en latas bien cerradas, y el de hoja pequeña, así como el aromatizado, pierden antes sus propiedades.

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