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– Los melones deben tener un peso que se corresponda con su tamaño y desprender un agradable perfume a fruta dulce.

Su olor no debe ser demasiado almizclado, esta es una señal de que el melón está demasiado maduro.

– La corteza debe ser gruesa y sin manchas, con el color que corresponda a cada variedad.

Después hay que presionar suavemente con el pulgar en el extremo del tallo; éste debe ceder ligeramente, pero también debe comprobar que la fruta no haya empezado a pasarse.

– Para madurar un melón hay que dejarlo a temperatura ambiente y conviene guardar en un lugar frío y ventilado los que ya estén maduros.

Se pueden guardar dentro de la nevera envueltos en papel transparente o en una bolsa de plástico para que su olor no impregne a otros alimentos.

– El melón cortado a dados, ya sea en estado natural o conservados en un ligero almíbar puede congelarse en contenedores rígidos, en los que aguanta hasta tres meses.

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