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– La tierra tiene tendencia a endurecerse, lo que dificulta mucho la acción de regado.

Para evitarlo, espónjala previamente mediante unos golpes de azada.

No riegues con un chorro demasiado potente que remueva la tierra, más vale hacerlo con suavidad.

Puedes proteger también la superficie de la tierra con turba para que no se seque demasiado.

El riego gota a gota orilla este problema y, aunque la inversión es considerable, la rentabilidad está asegurada: ahorro de tiempo, de agua, flores más bellas…

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