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– Entre agua y arena elige siempre ésta; hay que dar prioridad a los elementos sólidos, que son más eficaces.

– Empieza por cerrar puertas y ventanas; las corrientes de aire favorecen la propagación del fuego. Para no asfixiarte, coloca una servilleta humedecida sobre tu boca y nariz y desplázate reptando hacia la salida. Si te ves impedida de abandonar tu casa, tapona con trapos mojados los bajos de las puertas, pues de esta forma evitarás la entrada de humos.

– Quedarse en casa, esperando a que el incendio haya pasado, es una temeridad. Abandona la casa. Pero si no te da tiempo, es preferible encerrarse en ella que arriesgarse a cruzar la línea de fuego. En este caso, toma las siguientes medidas: trata de comunicarte con las autoridades para darles cuente de tu situación; cierra la casa lo más herméticamente que puedas; desconecta los suministros de butano, gas natural, gasóleo, etc.; sella puertas y ventanas.

– En el exterior de la casa: provéete de una escalera, por si fuera preciso encaramarse al tejado. Vístete con la ropa adecuada: mejor ropa de algodón que sintética, pantalones largos, camisa de manga larga, botas, un pañuelo para protegerte la cara, gafas de protección. Ten agua a mano para empapar todas las ropas.

– Retira todos los objetos combustibles de las proximidades de la casa.

– Cierra la buhardilla. Coge una manguera del jardín para que si algo prendiera en el interior de la casa, pudieras apagarlo con ella.

– Pon objetos y documentos de valor en el coche y éste encerrado en el garaje. Por si hubiera que salir huyendo.

– Si te da tiempo, quita todas las cortinas interiores.

– No abras nunca una puerta si al tocarla está caliente; quiere decir que el fuego está detrás.

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