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– Agua y amoníaco te servirán para reblandecer y limpiar después los eventuales restos de comida que se hayan pegado a las paredes del horno.

– Un modo descansado de llevar a cabo una limpieza en profundidad del horno es el siguiente: empieza por calentar el horno a una temperatura de 200º. Una vez alcanzada, déjalo en funcionamiento por espacio de un cuarto de hora, luego lo apagas y viertes en un recipiente 1 taza de amoníaco y lo sitúas en la parte alta del horno. En otro recipiente, pones dos tazas de agua hirviendo y lo metes también en el horno, pero esta vez en su parte inferior. Lo dejas todo así durante un mínimo de 2 horas o, mejor aún, toda la noche. A la mañana siguiente, retiras los recipientes del horno y formas una pasta a base de amoníaco, 1/2 taza de bicarbonato y 1/2 taza de vinagre blanco. Distribuye esta pasta por las paredes del horno, deja que obre efecto un cuarto de hora y luego lo limpias con un paño o una esponja.

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