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– Puedes limpiar los cristales con otros productos que los que se venden específicamente para ese fin en los comercios, y los resultados no desmerecen en absoluto en una comparación. Aquí tienes varias fórmulas:

Agua amoniacada, a razón de medio vaso de amoníaco por litro de agua.

Agua hirviendo a la que se añade un vaso de vinagre de alcohol.

Una mezcla pareja de agua y alcohol de quemar.

Una lechada de blanco de España, que se forma con agua y blanco de España. Se frotan los cristales con un paño o una esponja mojados en esta leche, se deja secar y luego se quita.

Una mezcla de blanco de España y alcohol de quemar. Se emplea como la anterior.

– La mayoría de los productos que hay en el mercado para limpiar los cristales contienen entre un 40 y un 50% de disolventes y conservantes.

Si los utilizas, procura mantenerte alejada cuando los vaporices, evita respirar sus emanaciones y, sobre todo, manténlos fuera del alcance de los niños.

Puedes sustituirlos muy fácilmente por una receta casera, que era la utilizada antiguamente.

Mezcla vinagre y agua (1/3 de vinagre por 2/3 de agua).

De no ser suficiente, el té caliente, empapado en un trapo, obra maravillas.

Si donde vives hace mucho frío, para evitar que se forme hielo en los cristales, añade al agua un poco de aguarrás.

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