– Lava el cristal en una cubeta de plástico, para no correr riesgos, con agua tibia y detergente.
Acláralo en abundante agua a la misma temperatura.
Escúrrelo sobre un paño doblado en cuatro y enjúgalo en otro paño de hilo o de lino para que no suelte pelusa.
– No limpies los cristales a pleno sol. La evaporación acelerada te jugaría malas pasadas.
– Si tienes una puerta de cristal transparente, no dejes de señalizarla con alguna pegatina.
– Evitarás que los cristales de las ventanas se empañen si los lavas con agua salada.
– Los cristales quedarán perfectos si los lavas en sentido vertical, secas en horizontal y pules en vertical.
– Los cristales te quedarán perfectos si, tras su limpieza, aún húmedos, los frotas con papel de diario.
– La mejor forma de limpiar un cristal esmerilado es cepillándolo con agua caliente a la que añadirás unas cucharadas de vinagre de vino.
– La mejor limpieza se consigue frotando la superficie de cristal con zumo de limón. Seca con servilletas de papel y saca brillo con papel de diario.
– Envuelve en papel de periódico los objetos de cristal rotos antes de tirarlos. Así quien recoja la basura no se dañará.
– Si tienes macetas en la ventana, dispón una capa de gravilla sobre la tierra para que la lluvia no salpique los cristales.
– Las pieles del limón pueden servirte para limpiar piezas de porcelana o quitar manchas de agua en cristales y espejos.