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– Todos sabemos que las salsas son muchas veces una tentación difícil de resistir. Pero no sólo son un poderoso enemigo de la línea y del peso, sino que también lo son de las buenas maneras en la mesa.

Porque la norma dice que, por exquisita que nos haya parecido una salsa, no se rebañará nunca el plato.

Es evidente que cada cual hace en su casa lo que le parece, y si quiere mojar pan en la salsa, pues lo hace.

De todos modos, si no puedes reprimirte, procura no coger el pan con los dedos.

Ponlo en el plato, pínchalo con el tenedor y recoge discretamente la salsa. Siempre será mejor visto…

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