Se comen con la mano.
Los huesos de las cerezas se deslizan en la mano, que habremos puesto ante la boca a modo de trompetilla, y se dejan luego en el plato.
Las uvas se arrancan una a una del racimo. Generalmente saldrán ya lavadas a la mesa, o bien se presentan con un lavafrutas individual, con agua.
Si no se tiene afición a comer los ollejos, se depositarán discretamente en la mano, y de allí al borde del plato.