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Su peso le preocupa enormemente, se hace la remolona a la hora de comer, siempre se queja de lo lleno que le pones el plato y ha empezado a hacer dieta de una forma estricta.

Si tu hija o tu hijo se comporta de esta manera, puede tener un problema. No pretendemos alarmarte, en muchas ocasiones no tiene porqué tratarse de enfermedades tan serias y peligrosas como la anorexia o la bulimia. Simplemente debes recordar que se encuentra en una edad en la que su físico tiene una gran importancia y hacer todo lo posible para que se sienta bien consigo misma sin poner su salud en juego.


Cuando su obsesión vaya más allá de los límites razonables, no lo tomes como una chiquillada y actúa en consecuencia.

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Entender cómo se siente

Tú también has pasado por esa edad, así que, aunque te resulte difícil, intenta ponerte en su lugar, de esta forma entenderás cómo se siente. Si es cierto que le sobran un par de kilos, no te opongas rotundamente a que pierda peso, pero tampoco permitas que haga dieta por su cuenta. Hazle ver la importancia de ponerse en manos de un profesional y seguir un régimen equilibrado y personalizado. En la mayoría de las ocasiones, para acabar con esos gramos de más bastará con eliminar los dulces y los productos de pastelería, sobre todo si es industrial.

Ejercicio moderado

En muchas ocasiones, resulta mucho más eficaz hacer ejercicio que seguir un régimen. De esta forma, además de divertirse, mantenerse en forma y fortalecer el organismo, controlará su peso sin necesidad de dejar de comer alimentos que, debido a su edad, necesita para desarrollarse de forma sana y sin ningún contratiempo.

Comer, su asignatura pendiente

La adolescencia es una etapa muy importante en su vida. Tu hija o hijo se encuentra en pleno crecimiento y desarrollo, por lo que necesita un gran aporte diario de minerales, proteínas y vitaminas. Al igual que en la escuela aprende matemáticas o inglés, también debe aprender a comer correctamente.

  • Hazle entender que el desayuno es una de las comidas más importantes del día, y nunca debe dejarlo de lado.
  • La carne, la pasta, la verdura, los cereales y la fruta no han de faltar en su dieta, o se ganará un buen suspenso…
  • La bollería, los embutidos, los dulces y los refrescos deben tomarse de forma moderada. En ocasiones puede permitirse el capricho, pero sin que llegue a convertirse en una práctica habitual. Por una vez que “copie”, no ocurre nada.

Comer menos, pero más a menudo

Si se resiste a comer todo lo que le pones en el plato, repártele los alimentos en cinco comidas y no en tres como venías haciendo hasta ahora. De esta forma, su alimentación será la misma, pero disminuirá la cantidad que ha de tomar de una vez.

Con el desayuno, el refrigerio de media mañana, la comida, la merienda y la cena, crecerá sana y con toda la vitalidad que necesita para hacer frente a sus numerosas actividades diarias.

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