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Los tatuajes son algo muy personal, ya que lo utilizamos como manifestación de algo, y nos identificamos como personas. Y no sólo eso: indican actitud, sentido de pertenencia, compromiso, estados de ánimo o de ser, simplemente. A veces, implican el demostrar alguna cualidad oculta de nuestro ser.

El tatuaje habla a través de su motivo: flores, brazaletes, símbolos grupales, nombres de una enamorada, etc., para indicar que uno o una es femenino/masculino, que es rebelde, etc.

En definitiva, un mensaje al mundo exterior e interior que a veces sólo nosotros podemos comprender.

Ultimamente la mujer ha incursionado también en este mundo del tatuaje, antiguamente reservado para los hombres; hay inclusive diseńos elegantes que destacan femeneidad a quien lo porte.

Otras cosas han cambiado: ahora el tatuaje no es un arte marginal, como otrora, sino que se ha convertido en una expresión con cierto estilo, y el tatuaje hoy en día también es un producto de moda.

Hay varios tipos de tatuajes, que corresponden a la duración que uno le quiera dar a su motivo. Los tatuajes temporales, por ejemplo, se realizan con henna, son una especie de decoración del cuerpo que por lo general se aplica en manos y pies. No se utilizan agujas, no penetra la piel, es seguro, temporario e indoloro. A las hojas de henna con la que se lo realiza se le agregan polvos y aceites, y duran de dos a tres semanas, dependiendo la frecuencia del lavado del área, el tipo de jabón utilizado, la frescura del henna, la temperatura de la piel, entre otros.

Por su parte, los tatuajes permanentes sí duelen. No es un dolor agudo como el que todo el mundo cree, aunque dependerá también del umbral de dolor de cada persona y de la zona tatuada. Los toques de la aguja no se sienten como pinchazos, sino más bien como vibraciones continuas (la aguja que se utiliza para dibujar el contorno de las figuras causa mayor dolor, mientras que las que se usan para colorear el interior son menos dolorosas). Es importante siempre seguir los consejos de un tatuador profesional, y cuidarle luego de haberse realizado.

Si bien es imposible evitar el proceso de cicatrización, se puede obtener un excelente trabajo de tatuaje si se obedecen las instrucciones del profesional.

Por ejemplo, luego de aplicado, el profesional coloca un apósito que se debe dejar de entre 1 a 5 horas.

Luego, se debe permitir que la piel respire libremente, ser higienizada con un jabón neutro y agua tibia, y untar con vaselina cuando empieza a molestar.

Este tratamiento se prolonga por unas dos semanas.

También se recomienda evitar saunas, bańos de vapor y exposición al sol durante las dos semanas subsiguientes.

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