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Breve noción histórica:

Los orígenes de la Reflexología Podal se desarrolla a principios del siglo XX mediante la “Teoría de las zonas”, a través de doctor William Fitzgerald. Se dio cuenta que al presionar en determinados puntos de cuerpo, influían directamente sobre otras zonas alejadas del mismo, produciendo un efecto analgésico. Alrededor de 1.930, el doctor Joseph Selbey Riley escribió el primer libro sobre “teoría de las zonas”. Una terapeuta que trabajaba con él, Eucine Ingham, realizo después el primer mapa del pie estableciendo una relación directa con otras zonas del cuerpo; se la reconoce como la fundadora de la Reflexología Podal. Su primer libro “Stories the Feet Can Tell”, publicado en 1.938, supuso el empuje definitivo para extender sus experiencias.

Una de las características más destacadas de esta técnica terapéutica es no ser de origen oriental, como la mayor parte de las terapias manuales, sino de origen occidental.

Actualmente en España no existen estudio reglamentados en colegios oficiales y su práctica no está reconocida por loa colegios médicos.

Existen academias privadas donde se imparten enseñanzas de esta modalidad terapéutica.

Definición:

Se define como: “El estudio de los reflejos de los pies que corresponden a cada parte del cuerpo. El hecho de trabajar sobre estos reflejos relaja la tensión y contribuye a que el cuerpo busque su propio equilibrio“.

Características en su aplicación:

– Las manos y los pies son las únicas zonas corporales sobre las que puede aplicarse la reflexología.

– Existen zonas reflejas en todas las partes del cuerpo.

– Al descubrir una zona dolorosa en el pie, implica una dolencia en la zona referida.

– Nunca debe trabajarse sobre una zona herida o dañada (flebitis, varices, esguinces, …) sino en la parte correspondiente del pie que refiere las zonas lesionadas.

– Se realizan presiones continuadas o alternas en puntos concretos del pie.

– Se realizan movilizaciones pasiva de los dedos y del tobillo.

– Trabajar siempre sobre los pies desnudos.

– Buscar antes del tratamiento zonas de durezas y callos (observación inicial).

– No usar lubricantes ni cremas.

– No producir dolor excesivo, pues se busca la relajación del paciente.

– Duración de la sesión de 30 a 40 minutos.

– Se comienzan a notar resultados entre las 4 y 8 semanas del tratamiento, aunque en enfermedades prolongadas, su duración es mayor.

– La frecuencia necesaria varía de 2 a 3 sesiones por semana.

Aplicaciones (entre otras muchas se pueden tratar las siguientes afecciones):

– Alergia, amigdalitis, anemia, angina de pecho, aplopejía, artritis, asma, bursitis, dolor de cabeza, dolor de cadera, cálculos biliares, cálculos renales, cataratas, ciática, colitis, enfermedades del corazón, dolor de cuello, entumecimiento de manos, depresión, diabetes, enfermedades digestivas, eccemas, enfisema, enfermedades de la espalda, estreñimiento, flatulencia, flebitis, dolor de garganta, glaucoma, gota, hemorroides, hernia de hiato, hipertensión, dolor de hombros, enfermedades de la mujer, atrofia del nervio óptico, dolor y enfermedades del oído, enfermedades de los ojos, próstata, soriasis, sinusitis, úlceras, varices, vértigo.

Mapa reflexológico de la planta del pie

Mapa reflexológico de la planta del pie

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