En su análisis del desarrollo individual, Adler subrayó el papel de los sentimientos de inferioridad, más que el papel de las pulsiones sexuales, como la motivación básica subyacente a la conducta humana. Para Adler, los sentimientos de inferioridad conscientes o inconscientes -que denominó complejos de inferioridad'- combinados con mecanismos compensatorios de defensa, eran las causas básicas de su carácter psicopatológico. La función del psicoanalista, en consecuencia, sería descubrir y racionalizar tales sentimientos, para terminar con la voluntad de poder compensatoria y neurótica (y por tanto dolorosa) que engendran en el paciente. Sus obras más conocidas son Práctica y teoría de la psicología individual (1918) y El sentido del vivir (1933).