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El tercer ingrediente de una relación amorosa, el compromiso,
consiste en querer y decidir permanecer juntos como pareja en el futuro – a pesar de cualquier cambio o desafío que pueda plantearnos la vida.


A veces, las parejas de adolescentes que se enamoran en secundaria
desarrollan relaciones duraderas en las que el compromiso es un
elemento fundamental.
De todos modos, muchas relaciones no duran.

Pero
eso no obedece a que los adolescentes no sean capaces de amar
profundamente.


Típicamente, los adolescentes tienen relaciones más cortas porque la
adolescencia es una etapa en que se buscan instintivamente muchas
experiencias diferentes y se prueban muchas cosas diferentes.

Se trata
de descubrir quién es uno, qué valora y qué quiere conseguir en la vida.


Otro motivo de que se tienda a tener relaciones más cortas durante
la adolescencia es porque las cosas que deseamos obtener en una
relación romántica cambian a medida que nos vamos haciendo mayores. En
plena adolescencia —sobre todo en los chicos—, las relaciones se basan
principalmente en la atracción física. Pero, en torno a los veinte
años, se valoran más las cualidades internas de la persona. Las
adolescentes consideran la intimidad como el ingrediente más importante
del amor— ¡aunque tampoco tienen ningún inconveniente en echarse un
novio que sea mono!


Durante la adolescencia, las relaciones sentimentales se establecen
sobre todo para pasárselo bien. Salir con alguien puede parecer una
estupenda oportunidad de ir a sitios y hacer cosas divertidas.
Salir
con alguien también puede ser una forma de encajar en el grupo de
amigos. Si todos tus amigos salen con alguien, es posible que te
sientas presionado a echarte novio o novia.


Para algunas personas, salir con alguien es una cuestión de estatus.
Puede parecer como otra versión de las camarillas: la presión por salir
con la persona “adecuada” en el grupo “adecuado” puede hacer del hecho
de salir con alguien algo mucho menos divertido de lo que debería ser
—¡y que tiene muy poco que ver con el amor!



Sin embargo, a finales de la adolescencia, las relaciones amorosas
no se establecen tanto para tener alguien con quien salir y pasárselo
bien o para encajar en el grupo. La intimidad, el hecho de compartir
algo con otra persona y la confianza adquieren más importancia tanto
para los chicos como para las chicas.
En torno a los veinte años, la
mayoría de chicas y chicos valoran el apoyo, la intimidad y la
comunicación, aparte de la pasión. Es entonces cuando empiezan a pensar
en encontrar a alguien con quien comprometerse a largo plazo —un amor
duradero.

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