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A pesar
de los avances científicos y la cultura preventiva, el cáncer de mama
sigue siendo una enfermedad frecuente en los países occidentales,
que afecta aproximadamente una de cada diez mujeres. Por desgracia,
el tratamiento más eficaz contra esta enfermedad en algunos casos
conlleva la realización de una mastectomía.


La reconstrucción mamaria no es una novedad de última hora ni una moda.
Aunque el cirujano francés Obredanne comenzó a practicarla en 1906, el
desarrollo y perfeccionamiento de esta técnica se produjo a partir de
los años 70. En la actualidad la cirugía plástica puede reconstruir la
mama prácticamente a todas las pacientes, consiguiendo resultados
altamente satisfactorios.

El número
de mujeres españolas que optan por esta técnica es todavía muy bajo,
aproximadamente un 2 % de las que han sufrido una masectomía,
según informa la Sociedad Española de Cirugía Plástica. En Inglaterra,
aproximadamente una de cada cuatro mujeres que se han sometido a esta
intervención optan por una reconstrucción de mama, mientras que en
Estados Unidos el porcentaje se sitúa en un 20 %.

Aunque
existen varios métodos para reconstruir la mama, básicamente se reducen
a los implantes de silicona o del tejido de la propia paciente. Cuando
el equipo médico opta por utilizar los implantes de silicona, la técnica
conlleva un mínimo de dos intervenciones quirúrgicas.


Por otra parte, la reconstrucción con el tejido de la propia paciente,
es una intervención más larga y compleja que puede dejar cicatrices en
el abdomen de la paciente. Sin embargo, sus resultados ofrecen un
aspecto y consistencia más natural.


Las dos técnicas permiten que la paciente pueda vestir cualquier tipo
de ropa y además según los estudios, mejoran la calidad de vida de las
pacientes y aumentan su autoestima y satisfacción social.



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