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Elegir una carrera puede ser una tarea difícil
o, al menos, una tarea que requiere compromiso y cierto trabajo. Por un lado,
compromiso con uno mismo, es decir, pensar en lo que queremos hacer, en las
actividades que nos gustan, y por otro, el trabajo de conocer e informarse sobre
las actividades que podemos realizar.

Elegir una carrera compromete lo más intimo de
cada persona: lo que quiere hacer, las cosas que más le gustan, sus pasiones
y habilidades. Pero esto debe conjugarse con un aspecto exterior respecto de
uno: el mundo en que vivimos, las profesiones y los trabajos que existen y las
posibilidades que se nos ofrecen. Estos dos aspectos, el personal, lo que quiero,
y el mundo, lo que se ofrece, se van a unir en una decisión crucial de nuestra
vida. Por lo tanto es necesario que nos tomemos el trabajo de explorar nuestros
gustos, nuestras habilidades, nuestras ganas, lo cual implica ponerse a pensar
en uno mismo, y también el trabajo de informarnos, conocer las carreras, las
actividades, los oficios que existen.

En este momento no sólo hay una variada y muy
numerosa cantidad de profesiones y oficios posibles, sino que también existen
muchas formas de acceder a ellas.

· Por un lado, no es únicamente la universidad
la que puede formarnos para alguna actividad, pues existen actividades que no
se enseñan en ese ámbito. Por eso, es recomendable intentar conocer las diversas
opciones disponibles y las formas de acceder al aprendizaje de esas actividades.

· Por otro lado, debido a las actuales condiciones
socioeconómicas, es probable que debamos cambiar de trabajo frecuentemente,
así como han cambiado y van a seguir cambiando las formas de trabajar y, como
consecuencia, también la formación en las profesiones se irá transformando.
No esperemos que, con una formación de grado en una carrera, por ejemplo, ya
todo esté determinado. Por el contrario, comienza otra etapa de la carrera y
de la inserción profesional. Estas modificaciones, que marcan las tendencias
de la forma de insertarse profesionalmente en la actualidad, suponen cierta
incertidumbre, cierta inestabilidad, que no se vivieron en otras épocas, cuando,
quizá, un empleo se podía conservar durante toda la vida. Pero esto, que puede
vivirse como algo negativo, también supone desafíos, aventuras y posibilidades
de cambio.

Una elección personal

Antes que nada es bueno tener claro que nadie
mejor que nosotros mismos para elegir la que será nuestra carrera. Esto no implica
que no se puedan escuchar sugerencias y pedir ayuda, pero no sería conveniente
elegir por lo que alguien nos indica. Las sugerencias hay que tomarlas como
opiniones para considerar, pero también para evaluar, en cada caso, quién opina,
cuál ha sido su experiencia y cuáles son las ventajas y las limitaciones de
esas opiniones.

Muchas personas que pueden haber fracasado en
su carrera quizás intenten inducirnos a no elegir lo que ellos eligieron, o
quizás aquellos a los que les ha ido muy bien intenten que sigamos sus pasos.
En todos los casos, es conveniente revisar esto desde nuestro propio lugar,
desde lo que a nosotros nos interesa, nuestras habilidades y nuestras potencialidades,
y desde allí evaluar esas opiniones. No es correcto creer que para todos el
camino va a ser el mismo o que lo que fue bueno para uno debe serlo para otro.

Vocación y profesión no siempre coinciden

Hay una creencia generalizada: suponer que, si
nos tenemos que dedicar a una actividad, a un oficio, a una profesión, cualquiera
que fuese, debemos tener una vocación para ello y conocerla. Pero no siempre
es así. La profesión no expresa necesariamente una vocación, y, además, podemos
desarrollar una vocación sin trabajar en ello, sin hacer de eso una profesión.
Muchos tienen un hobby o una afición donde expresan su vocación, por un lado.
Y por otro lado, trabajan y se desarrollan profesionalmente en otra actividad.

Una vocación se construye con los estímulos,
con el trabajo, con la experiencia. La vocación se construye y se confirma como
tal después de haberla ejercitado.

Qué quiero y qué se ofrece

Como vimos antes, existen dos cuestiones esenciales
a la hora de elegir una carrera, lo que quiero y lo que se ofrece. Planteamos
aquí algunos de los numerosos temas que pueden presentarse con algunas sugerencias
para pensar, sabiendo que son sólo algunos y no agotan el tema
.

¿Cómo descubrir lo que me gusta?

El punto de partida será pensar qué cosas nos
gustan, qué actividades nos interesan, si nos gusta estudiar o no, en qué nos
gustaría trabajar, y explorar sobre uno mismo, tratar de conocer nuestras preferencias.
Esto puede ser toda una tarea, porque quizá es la primera vez en la vida que
comenzamos a preguntarnos por estas cosas. Y pensar y llegar a una respuesta
sobre lo que verdaderamente quiere uno no se logra con prejuicios y respuestas
fáciles.

¿Qué hay que tener en cuenta?

Si uno no sabe lo que quiere, puede comenzar
por hacerse algunas preguntas: ¿qué cosas me gustan? ¿A qué me quiero dedicar?
Así tal vez nos demos cuenta de que eso es justamente lo que no podemos responder.
Entonces podemos preguntarnos sobre lo que nos gusta de una forma más amplia,
no para decir “quiero tal o cual carrera”. Todos quieren responderse rápidamente
con el nombre de una carrera. Esto es un error. Lo que gusta o interesa son
actividades, oficios, aspectos generales o rasgos de una actividad, no una carrera
definida con un nombre determinado.

Si nos resulta difícil pensar en lo que nos gusta,
podemos comenzar teniendo en cuenta lo siguiente:

· los juegos que nos gustaban y lo que hacíamos
de niños: Romper autos, trepar a los árboles, decorar el cuarto, cavar pozos
en la tierra, mirar televisión, etc. Y cómo jugábamos: solos, acompañados, en
la calle, etc

· lo que nos gusta hacer ahora: practicar deportes,
leer, estar con amigos, hacer cálculos y razonamientos lógicos, hacer estadísticas
deportivas, viajar, nada, etc. Las materias que nos interesaron de la secundaria
y las que no, y por qué razones.

· las actividades para las cuales nos sentimos
más capaces, con habilidad o cierta facilidad para hacerlas. · nuestras fantasías,
nuestros sueños, hasta los más secretos, los más alocados.

· las personas más significativas para uno,
las personas que admiramos y por qué, los modelos o ídolos que queremos imitar;
aquellas personas que nos gustan y qué nos gusta de ellas; aquellas personas
a las que no quisiéramos parecernos y por qué.

· el modo en que llegaron a elegir su oficio
o su trabajo las personas conocidas o que nos interesen. Lo que hacen nuestros
padres, tíos, vecinos, y cómo llegaron a hacer lo que hacen. Hablar con ellos
si uno tiene ganas de saberlo.

· El modo de elegir las cosas que tenemos. ¿Nos
gusta comprarlas? ¿Nos fueron impuestas? ¿Cómo elegimos la ropa? ¿Preferimos
que lo haga otra persona por uno?, etc.

Tal vez pensemos que son cosas triviales y sin
importancia. Pero son indicadores de qué cosas nos atraen y qué cosas no. Esto
no lleva directamente, por supuesto, a la definición de una carrera, pero es
una forma de reflexionar sobre uno mismo y de preguntarse sobre lo que uno quiere.
Tal vez lleguemos a alguna conclusión acerca de qué tipo de actividades nos
gusta. (En este momento es necesario abstenerse de ver los pros y los contras,
si conviene o no conviene, y abocarse solamente a ver lo que uno quiere). Hay
que preguntarse: ¿me gusta?, ¿me interesa?, ¿me gustaría luchar por esto?

Luego, si encontramos una o algunas actividades
que podrían interesarnos, es necesario pensar y averiguar si hay alguna carrera
u oficio que tenga que ver con eso. Cuando uno comienza a preguntarse qué quiere
o qué cosas le gustan, comienzan a aparecer algunas ideas. Siempre tenemos alguna
noción, un saber sobre lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Aunque necesitemos
ayuda para descubrirlo. Este es el punto de partida, conocer nuestras propias
inclinaciones.

Pero simultáneamente debemos comenzar a informarnos
sobre las carreras que existen, las actividades posibles. Esto es fundamental.
Si descubrimos alguna carrera que no conocíamos, podremos pensar si nos gusta
o no; pero si no sabemos que existe, no podremos elegirla o dejarla. Por eso
es tan importante explorar lo que nos gusta como informarnos sobre las carreras
o actividades que existen. Los dos aspectos se ayudan mutuamente y nos ayudan
a elegir.

Lo que se ofrece

¿Cómo obtener información?

Por un lado, es necesario saber lo que se ofrece,
conocer un poco más el mundo en que vivimos para conocer las profesiones y las
carreras que existen. Y también saber cuáles son sus perspectivas en el mercado
laboral, no para estar pendiente de lo que se ofrece, sino para poder unirlo
con lo que queremos hacer.

La necesidad de informarse

Para conocer las profesiones o actividades que
existen y que se ofrecen, hay que informarse. Pero la información en sí misma
no es nada si no hay alguien que la procese, que se interese y que se comprometa
con esa información. Entonces, la información va a ser distinta según la forma
en que se obtuvo, el momento en que se consiguió, etc. Por eso es recomendable
tener una actitud de búsqueda activa de las carreras, profesiones, actividades
que existen.

¿Cómo me acerco a la información?

La información sobre ocupaciones y carreras suele
ser escasa y deficiente. Para acercarse a ella, es necesario hacerlo con algún
criterio o algún objetivo, es decir, partir de ciertas preguntas elementales,
de los primeros intereses o dudas. Cuando uno quiere averiguar sobre carreras
y profesiones, debe tener presente que existen ideas prejuiciosas, vagas y poco
claras de esas profesiones. Por lo tanto, es importante tratar de informarse
sobre aquello que se desconoce, para no quedarse con las ideas vagas que uno
ya tiene.

Es conveniente informarse sobre:

· El espectro de carreras en general, pero sobre
todo acerca de aquellas en las cuales tenemos algún interés. Consultar todas
las que podrían estar relacionadas con las actividades que nos interesan.

· Las características del trabajo profesional
de esas carreras. El tipo de trabajo que se realiza. Las ideas que se tienen
a veces son muy engañosas. Una misma carrera permite el despliegue de numerosas
actividades y posibilidades de trabajo, algunas muy diferentes de otras.

· El modo de aprender esa carrera u oficio. Lugares
institucionales, formales e informales. Plan de estudios, años de duración,
exigencia académica, materias principales. Diferentes lugares donde se estudia,
con referencias; no es conveniente quedarse con el primer lugar que aparece.

· La salida laboral. A veces, las instituciones
que ofrecen una carrera prometen salida laboral como estrategia publicitaria.
Pero hay que tener cuidado al respecto e informarse y pedir mayores referencias.

No es conveniente quedarse con la primera información
que obtenemos. Es necesario revisar las fuentes de esa información y buscar
otras.

Pedir ayuda

Si, después de todo esto, sentimos que no avanzamos
en la decisión, podemos preguntarnos: ¿Quiero estudiar? ¿Quiero trabajar? ¿Necesito
estudiar? ¿Necesito trabajar? ¿Qué me pasa? Y si aun después de un tiempo de
reflexión no podemos encontrar un camino, tal vez sea el momento de pedir ayuda,
hablar con alguien de lo que nos pasa. Puede ser un profesional o no. Puede
ser un amigo, un pariente, los padres, aquellos en quienes confiemos. Esto les
pasa a muchas personas, es algo normal y esperable.

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