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La hiperpigmentación localizada trae de cabeza a una gran mayoría de mujeres, sobre todo después del verano.

Pasos gigantescos ha realizado la ciencia cosmética desde los tiempos en los que las féminas tenían que beber vinagre o aplicarse el resultado de machacar unos cuantos botones de nácar para mantener su piel inmaculada, aunque por otra parte ellas no cometían los excesos solares que son la causa principal del elevado porcentaje de cutis estropeados por todo tipo de manchas.

Desde el sencillo alcohol de arroz al ácido acético o tricloracético, la vitamina C pura, el té verde o extractos vegetales, son incluidos en las fórmulas de los productos destinados a prevenir o eliminar las manchas por vía tópica.

Curiosamente al comprobar cómo todos los fabricantes de sake, la bebida nacional japonesa, tenían blancas y radiantes sus manos se comprobó el poder de este alcohol para dejar la piel libre de sombras y las firmas cosméticas y por lo tanto comenzaron a formar parte de las sustancias utilizadas para despigmentar las pieles con problemas de formación incontrolada de melanina.

Las manchas son el resultado visible de un suceso interior motivado por un exceso y descontrol de la melanina de las células. La producción desproporcionada sobre zonas muy localizadas sucede cuando la tirosinasa, la enzima encargada de equilibrar este proceso, se altera y no cumple adecuadamente sus funciones.

La mayor culpable sobre el resto de las causas de la aparición de manchas. Las continuas exposiciones solares hacen que la melanina se descontrole y, con el tiempo, ya no sea capaz de producirse de forma uniforme.

Sobre las pieles que han sufrido quemaduras solares en algún grado, por mínimo que sea y aunque haya ocurrido años atrás, se pueden instalar las manchas en un futuro más o menos próximo, por lo tanto también es muy importante la prevención que es la forma de asegurarse de que con el transcurso de los años no se van a instalar las manchas en la piel.

Es muy normal que durante el embarazo se padezca lo que se denomina “manto”, que es una especie de sombreado en la piel que aparece comúnmente en la frente, sienes, mejillas o barbilla. Este proceso evoluciona con la gestación y las manchas suelen desaparecen al dar a luz de forma natural.

El carácter genético también desarrolla un papel importante en la posible aparición de manchas. Los rostros de piel clara son los más propensos a padecer este mal, y si son pieles sensibles aún corren mayor riesgo ya que, casi con seguridad sobre ellos aparecerán manchas en el transcurrir del tiempo.

La ingesta de algunos medicamentos que contengan por ejemplo tetraciclinas o sean antihistamínicos y, por supuesto, los anticonceptivos por sí mismos o en conjunción con los rayos de sol o alguna etapa de alergia de algún tipo, provocan las manchas faciales.

Algunos de los componentes de los perfumes, no solo los alcoholes, reaccionan de forma inesperada con el calor y hay que evitar usarlos sobre la piel de forma radical.

Ciertos tratamientos que se aplican en los centros de belleza pueden ser excesivamente agresivos y llegan a sensibilizar la piel por un periodo de tiempo no concreto. Además de evitarlos si después se va a exponer la cara al sol, habrá que descartarlos categóricamente sobre las pieles frágiles porque pueden dejarla sin defensas de por vida.

¿Las manchas de la piel a que se deben y porqué se producen?

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