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Digamos a tanto luchador del mejoramiento social del pueblo que toda la libertad que anhelan será un fantasma mientras la mitad del género humano viva en esclavitud

Cambiar todo para que nada cambie a un siglo de Carmela y las demás

“Y digamos también a tanto luchador del mejoramiento social e intelectual del pueblo que toda la libertad que anhelan será un fantasma mientras la mitad del género humano viva en humillante esclavitud”
(Carmela Jeria, obrera tipógrafa y feminista, 1907, La Alborada.

“La Mujer tiene tanto derecho como el hombre de gozar completa libertad. ¿Por qué entonces se aparta a la mujer de esta natural disposición? ¿Seguiremos como siempre al paso de tortuga hacia el oasis de las libertades que a cada cual nos pertenece? ¿Dónde esta la equidad que debe reinar entre hombre y mujer? ¿Acaso no luchamos nosotras por la existencia? ¿Es lógico que el hombre sea libre y la mujer esclava? “
(La Alborada, periódico obrero feminista de tirada bimensual, Valparaíso y Santiago, entre los años 1905 y 1907).

FEMICIDIO ES NEGACIÓN DE LIBERTAD HUMANA

Pero nadie lo dice así. Por el contrario hablan de Femicidio como si hablaran de consejos de salud “para la mujer”. Como si hablaran de un fenómeno tipo “accidentes carreteros luego de un fin de semana largo”. Como hablan de la crisis alimentaria sin colocarle el contexto capitalista y neoliberal. Como si el Femicidio no fuera simplemente el paso final en el largo devenir de las mujeres inmersas en la violencia patriarcal.

Hablan de cifras y cuentan los femicidios como si su definición tuviese algún significado real: “Asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres” ¿Qué es esa jerga que repiten como papagayos los comentaristas de los medios y tantas instituciones “de género”?…

No se atreven a decir que son asesinatos patriarcales, asesinatos racistas porque las mujeres somos vistas como de otra calaña, de otra raza, de otra clase, de otro nivel…

ENTRENARON A NUESTRA “CIVILIZACIÓN” NUMEROSOS MISÓGENOS

Aristóteles preguntó “¿Qué es la mujer?”, y respondió: “Un hombre inferior”.

Platón dijo: “Puesto que la naturaleza humana es dual, en lo sucesivo llamaremos a la mejor clase: Hombre”.

Demóstenes: “Queridas a las que mantenemos por placer, concubinas para que atiendan a diario nuestras personas, esposas que nos den hijos legítimos y sean fieles amas de casa”.

Sir Francis Bacon: “las esposas son las queridas de los hombres jóvenes, compañeras en la edad mediana y enfermeras del marido en la vejez”.

Lord Tennyson: “Dios hizo a la mujer para el uso del hombre ”

Mahoma enseñó: “Vuestras mujeres son un campo para que lo cultivéis. Así pues, id a vuestro campo cuando queráis”.

Pitágoras: “Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer”.

Lutero: “Las niñas empiezan a hablar y tenerse en pié antes que los chicos porque los hierbajos siempre crecen más deprisa que los buenos cultivos”.

Edmund Burke en sus “reflexiones sobre la Revolución francesa” legitimó el machismo femicida que decapitó a Olympe de Gouges, diciendo: “Una mujer no es más que un animal, y no un animal del orden más elevado”.

Oscar Wilde concientizó: “Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”.

Y Balzac burló a las mujeres una y otra vez en sus obras con ideas como que “La única manera en que un hombre debe comportarse con una mujer es: haciendo el amor con ella si es bonita, o con otra, si es fea”.

Y el dictador Napoleón que envidioso aseguró: “La mujer, está donde le corresponde. Millones de años de evolución no se han equivocado, pues la naturaleza tiene la capacidad de corregir sus propios defectos”.

Y Baudelaire que escribió: “la mujer es naturaleza, y por ello: detestable”

Y por su puesto, la piedra angular de nuestra “civilización”, el Antiguo Testamento -texto antiético y criminal- que ha enseñado en sus hogueras la “inmundicia” de las mujeres: “¿Cómo puede ser limpio lo que ha nacido de mujer?” (Antiguo Testamento, Job, 25, 4, ca 325 A de C).

Todo muy conveniente para lograr el trabajo doméstico impago de las “tontas, locas, histéricas” o “santas y vírgenes” –que lo mismo da- en beneficio del grupo privilegiado: el Hombre.

EL PATRIARCADO ES FASCISMO CONTRA LAS MUJERES

Ha insertado por siglos en los cuerpos, en las cabezas y en el alma de la humanidad el odio contra nosotras. Por eso existe el Femicidio y la sociedad lo acepta. Así como mueren niños y niñas de hambre en el Neoliberalismo y como se masacra indígenas en los estados racistas. Así como se mata negros y negras por deporte en las culturas fascistas, así como se tortura animales por deporte también o para la ganancia industrial de una humanidad egocéntrica convencida de que los humanos son mejores que los animales.

Así mismo, la Violencia contra la Mujeres, cuya etapa final puede o no, ser el Femicidio, es la norma del patriarcado y la sociedad familiar, y no una “excepción” en una sociedad “enferma”. La Sociedad no está enferma, ESTÁ COMO ES.

LA SATANIZACIÓN DEL FEMICIDIO POR LA IZQUIERDA

Las feministas que denuncian y accionan contra la Violencia hacia las Mujeres, se han encontrado con numerosos baches en el camino. El primero, claro, aquel discurso anquilosadamente izquierdista que se coloca por encima de la violencia contra las mujeres y la minimiza como un “tema personal”. O lo “analiza” desde una neutralidad inusitada, que jamás ha tenido para mirar la desigualdad de clase, y que asume, con su dicotómico entendimiento que si niega y minimiza la Violencia contra las Mujeres, está defendiendo sus intereses “de clase”. Que considera, como dijo Lenin, que aquellas que colocan “la cuestión sexual” a la misma altura de la “cuestión de clase” no son de fiar. Que descalifica a las feministas diciendo que son “burguesas”, desde su soberbia y su miedo a debatir.

Son aquellos machos de izquierda que esperan de las demás, lo que ellos harían, entonces esperan agazapados un ataque armado, una decapitación y el despojo de su poder (o podercillo) de parte de feministas radicales.

¿Suponen desde su imaginario posible, que al aceptar que el problema sexual define un ámbito de desigualdad estructural, deberán soportar que un amenazante batallón de feministas los destituya?… ¿Por eso callan y se hacen cómplices? ¿Por eso hay anarquistas que se atreven a decir cosas como que “ayudarían a pegarle a una mujer, si ésta fuera burguesa?” Lo escuchamos en un debate el 8 de marzo de 2008, en una okupa de Santiago, de un grupo anarquista llamado CRA, Corriente Revolución Anarquista.

Probablemente por eso, los mismos asumen el lenguaje institucional, hablando de “Violencia Intrafamiliar”, o sea, Violencia que no es estructural, Violencia que es “intra” –esto es particular, no generalizada-.

¿”HOMBRE NUEVO”?

Esas izquierdas cuando hablan de Luchadores no dicen “Luchadoras”. Cuando son mujeres las que hablan desde sus filas –buenas esclavas- lo hacen en masculino y se autodenominan “Centro de Padres” (aunque sean sólo mujeres) o “apoderados”, y también “revolucionarios”, “ciudadanos”, o lo que sea, negándose a sí mismas. Gustan hablar de “nuestros Héroes” y “Patria” –mismo lenguaje militarista que ya conocemos- y gustan de indicarle –bajarle la línea- a los mapuche sobre un “luminoso” “camino de Clase” –por encima de la recuperación de su territorio y cultura-. Y es doloroso que algunos de esos mismos mapuche que se defienden de la ofensiva de una Izquierda que los ve como “clase” y no como Pueblo autónomo, pretendan liberar a sólo la mitad de su pueblo, los hombres, y continúen hablando en masculino: “presos políticos mapuche”, o consideren que el problema de las mujeres “no es político”, que es un problema “de wincas”. Que hablen de “nuestras mujeres” y discutan a la Derecha: “¡No somos “sus” indígenas! ¡Qué se creen colonialistas de mierda!” Pero no logren asumir que en esa lógica digna que ellos aplican sólo a los peñi, las mujeres tampoco deberían ser nombradas como “sus” mujeres, porque las mujeres -mapuche, mestizas, afro, árabes, blancas, todas- también tenemos dignidad y no somos agregados de nadie, sino seres libres.

Las Izquierdas y otros que no se autodenominan “izquierda”, pero no son de Derechas, demasiadas veces se hacen cómplices de abusadores sexuales como Daniel Ortega en Nicaragua, porque construyen “revoluciones” y caminos que no llevan a ninguna otra parte que no sea la continuación de un Patriarcado que prohíbe el aborto y acepta veladamente el abuso a las mujeres. Defienden a los femicidas y agresores o se hacen cómplices callando cuando el criminal se encuentra entre sus filas.

Si un trabajador denuncia explotación, lo aplauden.

Si una mujer denuncia la violencia de un “hombre de izquierda”, la ignoran.

LA DERECHA DE LA IZQUIERDA

También está la deshonra de los conceptos Femicidio y Violencia contra las Mujeres por partidos de la derecha de la izquierda, esos que gobiernan hoy $hile o hacen pactos. Algunos mantienen “comisiones De Género” –negando la historia, teoría y prácticas feministas- y otros elevan a sus candidatos colocando cruces en las afueras de las Iglesias como si la Violencia fuera un problema de muertas y no de mujeres vivas que son torturadas y pueden ser asesinadas. Trafican con las ideas cristianas de las mujeres colonizadas en los rezos, las novenas y la maternidad sufriente. Bendicen un Enfoque de Género vulgarizado, con un techo tan bajo que no resiste análisis crítico, que reduce a la humanidad a dos géneros, que divide a las personas en “víctimas” y “villanos”, y que limita lo humano a una categorización mezquina y ridícula.

No falta el feminismo reaccionario que dispara el silencio impotente. Tampoco el feminismo adecuado que habla en el mismo lenguaje del sistema: “¡Denuncia!”
¿A quién?, preguntamos. ¿A los pacos? ¿Desde cuándo los represores son nuestros “amigos”?

¿Vamos a llevar nuestra denuncia a los mismos que nos persiguen, nos golpean en las protestas? ¿A los mismos que abusan sexualmente a nuestras hijas, estudiantes movilizadas? ¿A las mismas fuerzas represivas que torturan y asesinan mapuche, anarquistas, obreros, rebeldes? ¿Denunciar a los mismos “agentes de la Ley” que golpean a “sus” mujeres, violan a travestis y prostitutas cuando caen en sus comisarías, que desprecian a las mujeres pobres y les responden: “Si tu marido te pegó, sus razones tendría”? ¿Denunciar a esos? ¿Creer en las mismas Fiscalías que hacen montajes contra documentalistas como Elena Varela, que presentan testigos sin rostros contra los mapuche, que mantienen encarcelada a Flora Pavez?…

ARRIBISMO Y MACHISMO RIMAN

Bien me decía en los años 90 una mujer mapuche que trabajaba de empleada doméstica y nunca fue feminista declarada, que los hombres pobres cuando se ven en la posibilidad de abusar de las mujeres de su misma condición, se desclasan “porque las abandonan embarazadas, las niegan y las burlan” Yo agrego: y muchas mujeres, de cualquier condición, hacen lo propio, se salen de su historia y su cuerpo, son arribistas-machistas, y prosiguen en aquella dolorosa tarea que les dio el maldito género: subyugar a la otra para competir y ganarle el gran botín: un macho o el falo del poder establecido –que, para el caso, son lo mismo-.

Arribismo y machismo de derechas e izquierdas unidas han vencido.
Nosotras somos las derrotadas.

Desde 1908, ha cambiado todo para que nada cambie. Estamos donde mismo: “Vosotros hombres de fe ¿qué habéis hecho si no persuadirla (a la mujer) de lo irremediable de su servidumbre, hacerla adorar sus cadenas, nutrir sus almas con creencias destinadas a eternizar su cautiverio? Y Vosotros revolucionarios, ocupados en hacer y deshacer constituciones ¿cómo no habéis pensado en que toda libertad será un fantasma mientras viva en esclavitud la mitad del género humano?” (“La Palanca”, órgano de la asociación de costureras, Chile, 1º de mayo de 1908)

Victoria Aldunate Morales

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