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En todo el mundo, las mujeres son las principales responsables de asegurar el agua para sus hogares y destinan gran parte de su tiempo en caminar grandes distancias para transportarla.

En todo el mundo, las mujeres son las principales responsables de asegurar el agua para sus hogares y destinan gran parte de su tiempo en caminar grandes distancias para transportarla.

Pero la mercantilización del agua, el predominio del enfoque economicista que incrementa la desigualdad y la injusticia social, complica el acceso al líquido, un bien común considerado por Naciones Unidas como un derecho humano fundamental. Por esta razón, en el año 2000 estableció, dentro de las Metas del Milenio, que antes del año 2015 debe reducirse a la mitad la proporción de personas sin agua potable segura.

Latinoamérica dispone de 33 por ciento de los recursos hídricos renovables del planeta, pero 77 millones de personas (51 millones en áreas rurales y el resto en urbanas) no tienen acceso a ellos, señala la organización Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible. Además, 100 millones carecen del servicio y a ellas se le suman 256 millones que evacuan sus desechos a través de letrinas y fosas sépticas.

Ante esta problemática, la Fundación Heinrich Böll Stiftung realizó el Foro “Cambios políticos en Latinoamérica, ¿Nuevas políticas del agua?, en la Ciudad de México, del 26 al 28 de noviembre pasado.

Cien expertas y expertos de 19 países analizaron ahí la importancia de la perspectiva de género, la privatización, mercantilismo, financiamiento, marcos legales y las nuevas oportunidades para el manejo del agua, con miras a la justicia social y el manejo sustentable.

Diferentes problemas, distintas soluciones
“Siempre son las mujeres, niñas y niños, indígenas y campesinado la población más golpeada, que no cuentan con acceso al agua o sencillamente el servicio del recurso es insuficiente”, señaló en el Foro la coordinadora regional de la Fundación Heinrich Böll, para México, Centroamérica y El Caribe, Ingrid Spiller, quien considera que vale la pena mirar el contexto local y regional para buscar soluciones diferenciadas y lograr el acceso al agua.

Hilda Salazar, de la Red de Género y Medio Ambiente, puntualizó que el enfoque de género ha permitido destapar y observar más de cerca las desigualdades sociales y, en el caso del agua, hay dos aspectos importantes: las desigualdades sociales, claras y crecientes, y el tema ambiental.

El caso de México es claro ejemplo: 14 millones de personas carecen de agua potable y 22 millones no tienen acceso a alcantarillado, según cifras oficiales. Sobre cómo se emplea, indican: 75 por ciento se utiliza en el sector agrícola, pero 45 por cierto se va en fugas; 14 por ciento en servicios y 11 por ciento en la industria.

Privatización y pobreza

La privatización de este bien común ha conducido a alzas en los precios, al cese en su suministro, problemas de salud, corrupción y mayores dificultades de acceso para las mujeres pobres y sus familias, señalan expertas y expertos.
Ocurre así en El Salvador, donde la comercialización del líquido hace que la población más pobre tenga que pagar más de mil por ciento el valor público del agua. La gente de las comunidades rurales tiene que decidir si compra comida o agua, aseguró Ana Ella Gómez, del Centro para la Defensa del Consumidor de El Salvador.

Un estudio publicado en México el año pasado por el Tribunal Latinoamericano del Agua revela que una de las industrias de crecimiento más rápido y menos regulado del mundo es la del agua embotellada. En 2003 a nivel mundial, tenía ganancias de 46 mil millones de dólares anuales.

Estos avances privatizadores han generado resistencias por parte de la ciudadanía, particularmente en Bolivia, Argentina, México y Honduras. El caso de Bolivia dejo clara la importancia de la participación de las mujeres en esta lucha, dijo en el Foro Antonieta Meneses, de la Federación Departamental Cochabamba de Regantes. “Las mujeres bolivianas salimos a las calles con nuestras hijas e hijos para defender nuestro derecho al agua como un recurso vital para la vida”.

Crisis económica
La crisis económica en el mundo, que se agudizará el año próximo, prevén expertos, incrementa también la preocupación sobre el acceso al agua para la población femenina y en general quienes viven en inequidad, porque con menos empleos y menos ingresos, habrá mayor precariedad y menor cantidad de agua.

La Coordinadora regional de la Fundación Heinrich Böll, para México, Centroamérica y El Caribe, señaló: “hoy esa gente tiene que gastar gran parte de su sueldo en agua limpia. Si empiezan a ganar menos, el porcentaje del gasto en agua va a aumentar, por tanto, los pondrá ha decidir si gastar en agua limpia o comprar comida y ropa, lo que puede propiciar que la gente consuma agua sucia, con un aumento en enfermedades y muertes por consumo de aguas contaminadas”.

Bajo estas circunstancias, Spiller considera importante que la gente se convierta en una ciudadanía activa y entienda que el agua es un bien común y tienen derecho a él, pero también tiene responsabilidad.

Sandra Torres Pastrana en Amecopress

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