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Los picantes potencian el sabor y el aroma de los alimentos, sin embargo pueden provocar la irritación de la mucosa del estómago, por lo que se recomienda la moderación en su consumo. Las especias y los picantes tienen un sabor intenso que, por sí solos o acompañando otras comidas, pueden ofrecer auténticos festivales de placer al paladar. Su acción se debe a la presencia de determinados alcaloides que, como la capsaicina, el gingerol o la piperina, son los que provocan la sensación de picor. La ingestión de comidas picantes provoca una serie de reacciones en el organismo. Así, se produce un aumento de las secreciones digestivas – desde la saliva hasta el jugo intestinal -. Este aumento de la cantidad de jugo gástrico emitido, puede provocar la irritación de la mucosa que recubre las paredes del estómago y dar una sensación de acidez. Además, su ingestión provoca un aumento del consumo de agua, lo que provoca una mayor disolución de los jugos gástricos, con lo que la digestión será más lenta. Sin embargo, los picantes tienen propiedades carminativas, es decir, ayudan a disminuir la emisión de gases intestinales. Por ser grandes potenciadores del sabor, son unos eficaces sustitutivos de la sal en las dietas de aquellos que siguen dietas hiposódicas, como los hipertensos.

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